Plenilunio ritual de primavera: la Semana Santa Vivida – la Settimana Santa vissuta

Bercianos de Aliste-Toro-Peñafiel-La Bañeza-San Vicente de la Sonsierra
Palermo, 9-23 de abril.
Chiesa di Santa Maria dello Spasimo, via dello Spasimo, 10

Con el subtítulo de La Semana Santa ritual y vivida queremos llamar la atención sobre los valores históricos y patrimoniales que aún se conservan como ritos completos, casi por un milagro, en algunos lugares. En ellos la manera en la que el paisaje urbano y rural, sobre todo rural, el paisanaje, lo social y lo religioso se unen y amalgaman en una serie de actos y vivencias que involucran a los habitantes de las localidades donde se celebran más allá de sus orígenes sociales y a veces de sus prácticas religiosas cotidianas.  

Hemos querido huir en esta exposición de las semanas santas oficialmente internacionales porque no queremos que se confundan los verdaderos patrimonios culturales inmateriales con los productos turísticos, que, además, y por desgracia, cada vez se parecen más unos a otros caminando hacia una homogeneidad que nunca ha existido en estas celebraciones populares a través de cinco ejemplos. 

 San Vicente de la Sonsierra protege la procesión de los disciplinantes también llamados “picaos”, como se hacía en el Barroco y la conserva a pesar de la prohibición de Carlos III en 1777. Peñafiel conserva en “La Bajada del Ángel” que tiene lugar la mañana de Pascua, universos teatrales otrora muy extendidos que son resto de los autos sacramentales del Barroco en los que la tramoya y el atrezo eran obligatorios en cualquier puesta en escena religiosa. Bercianos de Aliste salvaguarda la función del Desenclavo y la Procesión del Santo Entierro, sin apenas variación desde el s. XVIII. La Bañeza convoca a una multitud de vecinos y visitantes alrededor de la procesión de “El Santo Potajero”, que era una obligación que tenían los cofrades de Nuestra Señora de las Angustias el dar de comer a los presos de la cárcel en este tiempo de Semana Santa.  La ciudad de Toro tiene como núcleo central de su Semana Santa, la tradición de los conqueros, cuatro hermanos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla que en el más absoluto silencio piden limosna por la ciudad con la “conca”, el cuenco que servía y sirve en las bodegas particulares para probar el mosto en las vendimias y el vino nuevo antes de espitar. 

A través de las fotografías y los audiovisuales de magníficos artistas que han cedido las imágenes de forma altruista se pretende la participación empática del público en unos rituales que son fruto de un sustrato religioso y cultural de siglos, tamizado por la adecuación a las necesidades de los grupos que los conservan. Pretendemos llamar la atención sobre esta riqueza cultural que se convierte, para los amantes del turismo cultural y religioso en una experiencia personal y comunitaria intensa. Y las cofradías que los mantienen y conservan son los transmisores y sostenedores de una cultura que transita por la historia proyectando luces y sombras a su paso, creando penumbras donde el asistente se siente envuelto en un sinfín de sensaciones que le conducen a encontrarse a través de vestigios del pasado conservados en el presente. 

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